En el proceso de acoso escolar o bullying intervienen tres actores que suelen estar solos en un centro educativo que les proporciona total complicidad para que este tipo de agresiones tomen fuerza, solos aunque en medio de muchas personas. La apatía de algunos docentes, el afán por cumplir con un programa impuesto por el estado o por la institución, el acostumbramiento a este tipo de acciones conlleva a que los directivos y docentes de los centros educativos se conviertan en cómplices pasivos del bullying. En este proceso intervienen tres actores bien identificados: El agresor, los espectadores y la víctima. Quien siente la mayor soledad es obviamente la víctima. Muchas veces los agresores se sienten alentados por los espectadores que suelen hacer una de dos cosas: participar alentando al agresor o inclusive ayudándole en su perversa tarea o simplemente siendo indiferentes.
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